En el tiempo que vas a dedicar a leer este reportaje, se habrán
realizado en todo el mundo entre 500.000 y un millón de descargas de
aplicaciones móviles (apps). Incluso podríamos quedarnos cortos en la
estimación.
Según datos oficiosos, en el mercado hay cerca de un
millón de apps diferentes. O para dar una visión más demoledora de este
crecimiento, las cifras que apunta Raimundo Alonso-Cuevillas, director
de Mobivery (http://mobivery.com),
una de las principales desarrolladoras: “En el mundo se habrán
realizado unos 15.000 millones de descargas; y sólo entre junio y julio
pasados hubo 1.000 millones de descargas”.
Todo por hacer
A simple vista, y con todas estas cifras en la mano, podría parecer que este mercado está muy atomizado –en el que cualquiera con unos mínimos conocimientos de desarrollo puede crear una app– y que las posibilidades de negocio son escasas, ya que hay mucha competencia. Pero “estamos en un momento inicial de lo que va a ser un gran mercado. En un futuro no muy lejano todo el mundo tendrá un smartphone con acceso a las apps. Será un fenómeno mayor que el de las web. Ahora habrá cerca de un millón de app, pero llegará a haber 100 millones”, afirma Óscar Hormigos, fundador de Wake App (www.wakeapp.com), otra desarrolladora.
A simple vista, y con todas estas cifras en la mano, podría parecer que este mercado está muy atomizado –en el que cualquiera con unos mínimos conocimientos de desarrollo puede crear una app– y que las posibilidades de negocio son escasas, ya que hay mucha competencia. Pero “estamos en un momento inicial de lo que va a ser un gran mercado. En un futuro no muy lejano todo el mundo tendrá un smartphone con acceso a las apps. Será un fenómeno mayor que el de las web. Ahora habrá cerca de un millón de app, pero llegará a haber 100 millones”, afirma Óscar Hormigos, fundador de Wake App (www.wakeapp.com), otra desarrolladora.
Cuando
alguien, con esos mínimos conocimientos de desarrollo, decide
enfrentarse a la tarea de crear una aplicación y se encuentra con este
entorno –un millón de apps diferentes, distintos modelos de negocio,
varios sistemas operativos, etc.–, qué hace para lanzarla, cómo la
vende, dónde, a quién, a qué valor…
Volviendo a la casilla de
salida, cualquier negocio –sea online u offline– requiere de un estudio y
un análisis previos de viabilidad, porque todos se rigen por un mercado
en el que hay competidores, barreras de entrada, clientes, necesidades
financieras… Pensar lo contrario sería condenar el proyecto al fracaso
antes, incluso, de ponerlo en marcha.
Para desarrollar una
aplicación y lanzarla al mercado, evidentemente, también es necesario
–obligatorio– hacer un plan de negocio y más cuando hablamos de un
mercado global con crecimientos exponenciales.
¿Por dónde empezar?
¿El mercado? Como decíamos antes, es un sector abierto, que está en su primera etapa de desarrollo, que ofrece muchas oportunidades de negocio… Pero, ¿por dónde empezar? El primer paso es –como explica Hormigos– “hacer la reflexión sobre qué necesidad cubre la app que queremos desarrollar. En Wake App, las entendemos como herramientas y nos centramos en detectar qué nuevas necesidades cubriría la app que está en mente. Una vez que tenemos claro que existe una necesidad real sobre esa idea, buscamos qué apps del mercado cubren esa necesidad y cómo lo hacen, para saber si realmente podemos aportar valor. Muchas veces nos encontramos con que no existen, es decir, buscamos ideas que no estén todavía en el mercado. Y cuando aparecen, porque es un mercado muy vivo y rápido, intentamos generar valor con funcionalidades e interacciones nuevas”.
¿El mercado? Como decíamos antes, es un sector abierto, que está en su primera etapa de desarrollo, que ofrece muchas oportunidades de negocio… Pero, ¿por dónde empezar? El primer paso es –como explica Hormigos– “hacer la reflexión sobre qué necesidad cubre la app que queremos desarrollar. En Wake App, las entendemos como herramientas y nos centramos en detectar qué nuevas necesidades cubriría la app que está en mente. Una vez que tenemos claro que existe una necesidad real sobre esa idea, buscamos qué apps del mercado cubren esa necesidad y cómo lo hacen, para saber si realmente podemos aportar valor. Muchas veces nos encontramos con que no existen, es decir, buscamos ideas que no estén todavía en el mercado. Y cuando aparecen, porque es un mercado muy vivo y rápido, intentamos generar valor con funcionalidades e interacciones nuevas”.
A partir de ahí, surge la
segunda clave: pensar en la app como origen de la idea. “No adaptamos
una idea de otro medio y la convertimos en app. Estamos pensando que
determinada aplicación estará en Android (Android Market de Google) o en
iOS (Apple Store) y que, en función del dispositivo, desarrollaremos
unas funcionalidades (movilidad, que sea táctil, que ofrezca
oportunidades de contexto de usos distintos, etc.), es decir, que ya
pensamos en esas oportunidades desde el principio, con lo que la app es
siempre el origen de nuestro pensamiento; no que hayamos visto una web o
un libro y después pensemos que se puede convertir en una app”,
sostiene el fundador de Wake App.
Además de esos aspectos, hay que
decidir si quieres desarrollar apps propias o para terceros. Jorge
Antonio Rodelgo, socio fundador de iphonedroid (www.iphonedroid.com),
otra de las principales desarrolladoras de aplicaciones, subraya que
“depende de la estrategia económica-financiera que hayas elegido. Cuando
empezamos, para sobrevivir y poder seguir creciendo, necesitamos dar
servicios de desarrollo de aplicaciones a terceros. La mayoría de
nuestros desarrollos son a medida. Hemos hecho más de 200 apps (con algo
más de dos millones de descargas) para grandes clientes. Y ahora que ya
estamos asentados en el mercado, nuestro modelo está orientado a hacer
propias”.
Barreras de entrada
Respecto a las que había hace tres o cuatro años cuando empezaron los primeros desarrollos, las barreras de entrada han cambiado: “Básicamente, antes era la novedad del canal. El mayor problema fue ir a contar la oportunidad de llevar Internet en el bolsillo cuando la gente estaba acostumbrada al Internet que ofrecían entonces los portales de las operadoras, con una navegación muy limitada o con unos dispositivos que permitían el acceso a contenidos, pero de forma muy remota”, recuerda Alonso-Cuevillas.
Respecto a las que había hace tres o cuatro años cuando empezaron los primeros desarrollos, las barreras de entrada han cambiado: “Básicamente, antes era la novedad del canal. El mayor problema fue ir a contar la oportunidad de llevar Internet en el bolsillo cuando la gente estaba acostumbrada al Internet que ofrecían entonces los portales de las operadoras, con una navegación muy limitada o con unos dispositivos que permitían el acceso a contenidos, pero de forma muy remota”, recuerda Alonso-Cuevillas.
Otra de las barreras
era el desconocimiento acerca de las propias apps. “La gente
relacionaba el contenido móvil con la descarga de wallpapers y nadie
podía asimilar que se pudiera tener con las apps tanta potencia en el
bolsillo”.
Ahora, a pesar de haber transcurrido tan poco tiempo,
es más fácil. “De hecho –continúa Alonso-Cuevillas–, es un mercado más
estable. La gente confía en él. Noto mucho la diferencia de 2008, cuando
contábamos esto a los potenciales clientes, que ni te escuchaban, y
ahora trabajamos casi más bajo demanda. Es más fácil porque existe mucha
más información, es un canal consolidado, que ha demostrado ser
rentable y porque, además, hay muchos ejemplos en los que fijarse”.
Paradójicamente,
las barreras actuales tienen que ver más con esa apertura en el mercado
que potencia que cualquiera con unos mínimos conocimientos técnicos
pueda desarrollar una app, es decir, que la competencia es mayor. Pasa
algo similar con lo que sucede en el mercado de desarrollo de web. ¿Cómo
superar esa barrera? Antonio Enrique Rodríguez, socio fundador de
iphonedroid, señala que para diferenciarse, “nos servimos de la
experiencia. Cada vez los clientes prefieren más empresas de
desarrolladores que freelances, no porque estos últimos carezcan de
conocimientos, sino porque los clientes quieren las apps pero también
los servicios añadidos (mantenimiento, respaldo…). El cliente te suele
pedir un desarrollo concreto para una plataforma (principalmente, para
iPhone y Android) y, luego, que hagamos lo mismo para plataformas menos
conocidas. Tenemos capacidad de respuesta y de recursos”.
El público objetivo
También hay que valorar cuál es nuestro público objetivo, “porque no son lo mismo los usuarios de iPhone que los de Android. Por ejemplo, Android son móviles de varios fabricantes, económicamente más accesibles y con un poder adquisitivo más bajo que los que tienen iPhone. No hay que caer en el error de hacer una aplicación y ponerla en todas las plataformas, porque no siempre funcionará igual”, apunta Rodelgo.
También hay que valorar cuál es nuestro público objetivo, “porque no son lo mismo los usuarios de iPhone que los de Android. Por ejemplo, Android son móviles de varios fabricantes, económicamente más accesibles y con un poder adquisitivo más bajo que los que tienen iPhone. No hay que caer en el error de hacer una aplicación y ponerla en todas las plataformas, porque no siempre funcionará igual”, apunta Rodelgo.
Otro elemento que destaca este
experto es lo que se conoce como la etapa de conceptualización de la
app, “fase en que tienes que analizar qué funcionalidades incluirás,
cómo se va a interactuar, qué usabilidad tendrá y un diseño gráfico
acorde con todo esto”.
Para Rodríguez, también es importante el
mantenimiento para que no quede obsoleta: “De nada sirve colgarla, no
actualizarla y no escuchar las críticas que hacen los usuarios de tu
app. De ser así, será cuestión de semanas para que se quede en el
olvido”.
Fuente: Emprendedores.es
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